Atraer y retener a nuestros empleados es nuestro objetivo. Y como cualquier meta, conlleva un trabajo constante, ya que cuesta mucho de conseguir y muy poco de perder. En esta quinta acción nos centraremos en la POLÍTICA RETRIBUTIVA, también dentro de lo que consideramos la gestión de los recursos humanos.
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Aunque estamos llegando al final de las acciones que consideramos necesarias para conseguir nuestro objetivo, que nunca será una meta, sino un camino… Este camino lo debemos andar constantemente, pues nunca dejaremos de contratar gente, ya sea por ampliación de plantilla (el deseo de toda empresa), por cubrir vacantes, por bajas, jubilaciones, etc.
Por lo tanto, necesitamos pensar que esto es un ciclo constante orientado a la atracción y retención de trabajadores.
¿Qué es una política retributiva? Independientemente de su naturaleza es, sin duda, el camino para conseguir unos trabajadores implicados con los objetivos de la empresa. Es el método para conseguir trabajadores felices. Cuando nos referimos solamente al salario, tenemos que tener en cuenta, que aunque es una parte importante de la retribución percibida, no es suficiente para conseguir el objetivo de forma aislada, sin tener en cuenta otras medidas de las que ya hemos hablado en esta colección de artículos.
Lo primero que se nos viene a la cabeza es el salario que recibimos al fin de mes. Pero no, una política retributiva es mucho más que eso, es un concepto muy amplio que engloba muchas formas de retribución.
La retribución es una herramienta que establece la relación entre la empresa y el trabajador y cómo se compensa el trabajo realizado. Podemos decir, en sentido amplio, que es la contraprestación total que recibe un trabajador por el desarrollo de su trabajo.
Depende de cómo sientan de justa dicha retribución cada trabajador, será un elemento motivador o tendrá el efecto totalmente contrario.
Cuando uno siente que la retribución (del tipo que sea) va acorde con el trabajo realizado, se implicará mucho más. Sin embargo, cuando siente que su trabajo no está justamente retribuido puede desarrollar sentimientos como la apatía y puede bajar su rendimiento, perdiendo interés por las tareas a realizar.
Existen diferentes tipos de retribución, que pueden combinarse para conseguir una retribución justa para los trabajadores.
Podemos distinguir entre:
Son retribuciones, aunque la principal retribución fija es la económica pueden ser de otra naturaleza. Estas se establecen por convenio o por contrato, es decir, son fijadas al comienzo de la relación laboral en función del puesto de trabajo. Tienen un mínimo legal y no van en función de unos objetivos.
A su vez, esta retribución fija puede ser individualizada. Estas se establecen por la valía del candidato, en cuanto a competencias, conocimientos y habilidades. Deben superar el mínimo legal y se establecen de forma individualizada.
Al igual que la retribución fija, puede ser económica o no, pero esta se establece en base a unos objetivos que establece la empresa. Si los cumple, se aplica esta retribución, si no consiguen cumplir los objetivos, entonces no percibirán dicha retribución.
Es importante que antes de establecer este tipo de retribución la empresa haya definido con claridad los objetivos a conseguir y los trabajadores tengan toda la información y todas las herramientas para poder conseguirlos, de lo contrario, este tipo de retribución frustrará al trabajador, pues no podrá cumplirlos si no tiene la información suficiente.
La retribución variable suele ser más común en las áreas comerciales o de ventas. Pero, aún siendo la más habitual, no es recomendable que esta retribución sea la única de la que dependa el trabajo de los empleados, pues si no consiguieran los objetivos o les fuera muy complicado lograrlos, es posible que se desmotive a seguir con nosotros.
Esta retribución es la única que no puede ser económica. Se retribuye con otro tipo de compensación como pueden ser servicios, beneficios sociales, productos, etc.
Se trata de una retribución que va a complementar una retribución fija, general o individualizada o una retribución variable. Está prohibido que esta sea la única forma de retribución por el trabajo realizado.
Como ya hemos comentado, es la empresa quien debe definir los objetivos de su organización. Deben establecer un sistema de retribución para sus empleados que sea justa y valorada por ellos para lograr la permanencia del equipo en la compañía.
No existe un sistema de retribución definido único, cada empresa es responsable de establecer el que más convenga según sus características.
Debe tenerse en cuenta que un sistema retributivo debe hacer que los trabajadores estén implicados y motivados para mejorar su trabajo y contribuir a la continuidad y alza de la empresa.
Un sistema de retribución es importante que sea transparente, sencillo, alcanzable y justo.
No existe una herramienta concreta que verifique si el sistema de retribución que tenemos implantado es eficaz o no. Pero si existen indicios que nos hagan saltar la alarma de que no lo es. Os presentamos diferentes formas de comprobar si nuestro sistema de retribución es eficaz o no:
Con todo esto es posible que detectemos si debemos replantearnos nuestro sistema retributivo o debemos realizar cambios.
Como hemos visto, existen diferentes tipos de retribución posibles, y todos ellos, respetando el mínimo legal, deben decidirse y configurarse según considere o negocie la empresa.
Pero es fundamental que el sistema que establezcamos sea acorde a las necesidades de los trabajadores con el fin de mantenerlos con nosotros el máximo tiempo posible.
Al final, todos trabajamos para recibir algo a cambio y tenemos la necesidad de sentir que nuestro trabajo es valorado y, por lo tanto, recompensado de una manera justa.
Tener un sistema de retribución, sea cual sea, atractivo, hará que seamos una empresa en la que quieran trabajar y nos posicionaremos socialmente donde queremos estar. Para ello es fundamental basarnos en la evaluación del desempeño, para conocer de primera mano las carencias de nuestro sistema retributivo.