No hay mal que cien años dure y por supuesto que como todas las anteriores, esta crisis provocada por el COVID-19 pasará, y también como todas las anteriores, dejará su “poso” particular en forma de cambios definitivos tanto económicos como sociales. La gestión de la cadena de suministro no será una excepción, de hecho, será una de las más impactadas dada la importancia y el peso que ha demostrado tener en situaciones como la actual. Hemos visto de cerca las consecuencias del desabastecimiento de ciertos productos sanitarios en el mercado y también la importancia que ha tenido a la hora gestionarse eficazmente para no desabastecer de productos básicos el mercado, pese a la preocupación colectiva inicial de llenar la despensa del comienzo de la crisis generada por la desconfianza.
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La tecnología ha mejorado mucho la gestión y todavía debe hacerlo más y con ella, otros factores van a pasar en pocas semanas de ser opciones “pre COVID-19” a ser necesidades “post COVID-19” para la gestión de la cadena de suministro.
Veamos los requerimientos que la cadena de suministro requerirá en el nuevo escenario que surgirá tras el COVID-19.
Mediante un considerable esfuerzo de abstracción y síntesis vamos a tratar de resumir las principales tendencias de la cadena de suministro que trataremos de desarrollar en próximos artículos. Esto es lo que llamamos las píldoras de la cadena de valor.
La recopilación y análisis de datos útiles en grandes cantidades y provenientes de múltiples fuentes, será casi lo único que permita tomar decisiones en el medio plazo, la cadena de suministro se servirá del Big Data para sus predicciones de toda índole, para satisfacer las necesidades de clientes y predecir los requerimientos de producción, pero no solo eso, las interacciones entre los diferentes puntos de la cadena y sus interrelaciones cambiarán a tenor de cómo utilicemos la información que nos proporcione. El control de toda la cadena en cuanto a consumos de energía, datos de procesos internos, datos de clientes, feedback de los pedidos, plazos de entrega, tiempos de reparto, calidad de los materiales, usabilidad de productos, niveles de satisfacción, incidencias, etc. dependerán de ello.
La eficacia del uso del Big Data será lo que aporte valor y diferenciación a la cadena de suministro. Deberemos ser capaces de aprovechar los datos presentes en la Red junto con los generados por cada eslabón y saber determinar en qué medida esos datos resultan útiles y de calidad para cada componente de la cadena, es decir, deberemos ser capaces de aprovechar toda la información disponible para convertirla en información útil para tomar decisiones estratégicas, de diseño, de imagen, de producción, logísticas, de atención al cliente, etc.
Evidentemente este cambio afecta directamente a sus grandes clásicos, como una importante reducción del uso de plásticos (embalajes, bolsas, flejes, etiquetas, etc.) o la reducción de emisiones, no solo en lo que respecta a la sustitución de vehículos que funcionan con combustibles fósiles por otros eléctricos o con combustibles alternativos sino también en la adaptación de los recorridos internos y/o rutas de distribución en cuyo diseño deberá entrar un nuevo criterio a tener en cuenta: el menor consumo de energía posible.
Por tanto, se va a requerir de la cadena de suministro que esté totalmente digitalizada, que aproveche al máximo sus recursos de computación en la nube y que evite despilfarros a fin de controlar sus costes proporcionando un nivel de servicio de altísima calidad y eficacia, algo que será exigido por el cliente más aún si cabe.
Procesos inteligentes que gracias a la cadena de suministro inteligente podrán asignarse en base al conocimiento que los distintos proveedores proporcionarán y que gracias al tratamiento del Big Data podremos ver qué proveedores tienen capacidad disponible para esas necesidades concretas. La cadena de suministro deberá adaptarse a esa nueva forma de trabajar, de colaborar, y atenderá las necesidades de aprovisionamiento y/o distribución allá donde se necesiten y siempre actuará hiperconectada adaptándose constantemente a esas necesidades cambiantes al tiempo que recopilará, generará y responderá con información precisa en tiempo real siguiendo en todo momento al producto, en todas las fases de su ciclo de vida.
Toda la sociedad en general se ha dado cuenta de la importancia de que la cadena de suministro no se detenga y mucho menos en tiempos de crisis. Este cambio de mentalidad que ya estaba siendo patente en el escenario precrisis, será mucho más acentuado el nuevo entorno que se genere tras ella. Sectores poco vinculados tradicionalmente a la gestión de la supply chain como la restauración, ven (a la fuerza) un nuevo futuro en al tecnologización y buena gestión de su cadena de suministro como posible solución de supervivencia a esta crisis, algunos incluso están creciendo gracias a ello y seguirán haciéndolo previsiblemente después. Algunos están montando “cocinas ciegas” es decir, centros de producción no abiertos al público salvo a través del ecommerce, que requerirán una gestión completa de su supply chain. Han tenido suerte y han podido reaccionar sobre la marcha porque ya era una tendencia establecida en el marcado. Pero los sectores que no miraron en esa dirección pudiendo hacerlo, hoy pagan (quizá demasiado caro) el precio de su error.
Sin lugar a dudas, el futuro inmediato se va a configurar como un puzzle de factores críticos entre los que podemos
Tras la crisis la supply chain ganará mayor peso estratégico, ganará interés social y empresarial y sus distintos eslabones estarán dispuestos a innovar generando nuevas formas de gestión que les permitan adaptarse al nuevo mundo en el que se desenvolverán.