La mejora de la productividad siempre ha sido una meta empresarial. Pero en el contexto actual con mercados altamente competitivos, lograr y mantener una alta productividad se ha vuelto un objetivo vital para el sostenimiento de las organizaciones.
En consecuencia, se hace cada vez más necesario el uso de herramientas que garanticen el mayor rendimiento del personal, la agilización y seguimiento de los procesos, la captación de información relevante. Es la única forma de obtener un sistema productivo con la capacidad de responder ante los actuales requerimientos de mercado.
Para desarrollar tal rendimiento y agilizar los procesos, es decir, para potenciar la productividad, una acción clave en la gestión de recursos es la implantación y uso de la tecnología.
Pero, exactamente, ¿cuál es la relación entre la tecnología y la productividad? Vamos a desglosar la respuesta
Tabla de contenidos:
La productividad puede definirse como la relación entre la cantidad y calidad de la producción obtenida y la cantidad de recursos que se ha empleado en ello. Cuanto menos tiempo y esfuerzo humano se emplee en el proceso de producción mayor será la productividad del sistema.
Cuando hablamos de la cantidad y calidad de la producción obtenida nos referimos a la capacidad de generar un producto/servicio que satisfaga la demanda del cliente, pero de una forma equilibrada, a largo plazo y con la suficiente flexibilidad para ajustarse a los cambios que pueden surgir en dicha demanda.
Por otro lado, desde el punto de vista de gestión empresarial, podemos definir a la tecnología como una herramienta que facilita la automatización de los procesos, el control de proyectos, el uso inteligente de la información y la planificación estratégica.
De este modo, la tecnología sirve de base para la mejora de la productividad. A través de las aplicaciones tecnológicas se puede desarrollar una plataforma que permita a la organización contar con las herramientas necesarias para enfrentar y superar los desafíos que suponen los actuales mercados.
Estas herramientas, como la automatización de procesos, la digitalización de los datos, el seguimiento y creación de bases centrales de información, entre otras funcionalidades de la tecnología, suponen un impulso de los procesos comerciales.
¿Por qué? Porque se logra desarrollar una comunicación más rápida entre departamentos y equipos, se forma un equipo de trabajo de alto desempeño, se destina el mayor tiempo a las tareas prioritarias y estratégicas, se pueden abaratar los costes, se adapta el producto/servicio al cliente…
En fin, con la tecnología se pueden crear y aplicar las estrategias necesarias para lograr una alta productividad.
La introducción de la tecnología en la empresa significa facilitar el trabajo a los empleados y equipos de trabajo, lo que se traduce en una mayor motivación y mayor tiempo para dedicar a las actividades claves de la empresa.
Por otro lado, la implantación de la tecnología permite el análisis y seguimiento del desempeño de los trabajadores. Esto sirve para crear políticas para la formación y motivación del personal y para la reorganización de tareas que conllevarán a una mejora de la productividad.
La tecnología permite que el trabajador y los equipos de trabajo se desarrollen en entornos de alto nivel y realicen eficiente y efectivamente sus tareas, tanto dentro de las instalaciones de la empresa como a distancia. Lo que se traduce en mejora de la productividad.
De una forma general, la tecnología logra aumentar la productividad de una empresa porque:
Al hablar de la implantación de tecnología en la empresa significa, desde diversos ángulos, una mejora de la productividad y un incremento del margen de beneficios. Y, por supuesto, una gestión enfocada en ofrecer una propuesta de alta calidad al cliente, una propuesta que nos diferencie de la competencia.
El uso de la tecnología implica ahorro de tiempo, de dinero y de esfuerzo humano, representa una oportunidad de transformación para optimizar sus procesos y desarrollar otros modelos de negocios.
En conclusión, la tecnología y la productividad tienen una estrecha relación. La implantación de la tecnología sirve de motor para impulsar la productividad. Pero, siempre debe acompañarse del compromiso del recurso humano, tanto del personal como de los líderes de la organización.
Automatizar los procesos puede implicar un cambio en las estructuras organizativas, en el tipo de gestión y en las estrategias… implica un cambio de paradigma, que los líderes deben guiar, sabiendo motivar y conducir al personal.
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