SECUENCIACIÓN, LA PRIMERA DIVISIÓN LOGÍSTICA (PARTE 1)

  • Actualizado: 28 junio 2022
  • Publicado por primera vez: 4 marzo 2019
SECUENCIACIÓN, LA PRIMERA DIVISIÓN LOGÍSTICA (PARTE 1)

Lo primero sería describir qué es eso de la secuenciación. Lo voy a intentar simplificar al máximo sobre todo para hacerme entender por todos incluidos los no familiarizados con este término y lo que logísticamente implica. Lo veremos con un ejemplo:

Imagine que tiene que montar el “Castillo Gigante” de piezas tipo LEGO. El Castillo es una construcción por bloques de más de mil piezas ensambladas entre sí y todas diferentes. Imagine además que va usted a tener otra dificultad añadida, no puede montarlo usted. A cambio, en este ejercicio imaginativo, ponemos a su disposición una cinta transportadora y un ejército de 1000 robots equipado cada uno de ellos con una cesta contenedora de piezas en su espalda. Cada cesta empieza llena y cada uno de los robots sólo sirve para colocar una única pieza (la que le corresponde a él y no otra) del Castillo, su única y muy especializada función es muy sencilla: “cada robot coge una pieza de su cesta (al ser robots están diseñados para alcanzar dicha cesta sin problemas); la coloca en su lugar y vuelve a empezar” de forma que cada robot, coloca una sola pieza del Castillo cada vez a un ritmo constante y eso sí la coloca perfectamente.

El primer robot colocará la base y el último pondrá el castillo en la caja. Ponemos 500 robots a un lado de la cinta transportadora y otros 500 enfrente de éstos, al otro lado. La cinta transportadora únicamente se dedicará a transportar lo que los robots vayan depositando en ella, es decir, las piezas que vayan colocando. De esta manera, el primer robot únicamente deja una pieza sobre la cinta, en su caso particular será la base sobre la que se sustentará todo el Castillo, luego toma otra base de su cesta y deja otra base y así un número infinito de veces una vez por minuto. El segundo colocará su pieza, un bloque por ejemplo, sobre la base, el siguiente otro bloque justo al lado, etc., etc., etc,. Al final el último, mete el castillo terminado en su caja y fin. Todos los robots funcionan a la misma velocidad, colocan una pieza por minuto y la cinta está perfectamente sincronizada para que cada robot tenga ante sí el resultado del trabajo del robot que le precede.

De esta manera, yendo todo bien, si cada robot coloca su pieza, al final de la cadena tendremos un castillo completo, perfectamente montado y en su caja, cada minuto. Excepto en el arranque de la cinta claro, suponiendo que empecemos desde cero. Pero no compliquemos las cosas que solo con este planteamiento ya se va a complicar bastante.

Ahora viene la bicoca logística. Usted es asignado como proveedor de “parte” de las piezas que se van a usar en la cadena. Pongamos que de las 1000 que componen el castillo a usted le tocan sólo 30 piezas.  Usted debe recibir en su almacén los camiones de piezas, a usted sólo le llegarán las 30 asignadas, y debe hacerlas llegar a los robots que las coloquen. Ha tenido suerte y cada pieza es diferente a todas las demás y muy reconocible a simple vista del resto de piezas. Como condición indispensable, el dueño de los castillos le dice a usted que debe respetar fielmente el FIFO. Muy fácil, usted tiene espacio de sobra en el almacén, crea 30 ubicaciones diferentes, una para cada pieza, compra el tipo de cesta que los robots llevan a su espalda y lo único que debe hacer es asignar un operario que llene una cesta y que se coloque tras el robot que corresponda. Justo cuando el robot toma la última pieza de la cesta de su espalda, el operario le quita la cesta vacía y la sustituye por una llena, esto lo hace en apenas 10 segundo y como el robot tarda un minuto en volver a por otra pieza, vamos sobrados de tiempo. El robot sigue su proceso, el operario vuelve al almacén, vuelve a llenar su cesta vacía con la pieza que corresponde y de nuevo se coloca a la espalda del robot a esperar que le llegue el turno de otro cambio. La vida es sencilla, los billetes fluyen como un río de chocolate, el cielo es de color rosa, el sol es una carita sonriente y todos somos felices en el país de los caramelos y ni siquiera ha tenido usted que instalar un SGA.

Pero en logística, el lobo feroz vive siempre en la casa de al lado vayas donde vayas.

 

Nuevo llamado a la acción

 

Ha pasado el tiempo y dado que su empresa hace muy bien su trabajo, el dueño de los Castillos le ha asignado ya 350 piezas diferentes, usted ya tiene una plantilla de operarios que empieza a ser importante, pero como nada ha cambiado seguimos viviendo en el maravilloso país de los caramelos, hasta que un día, un fatídico y oscuro día, el dueño de los Castillos nos dice que va a cambiar unos cuantos robots de la cadena. ¿Por qué? Pues resulta que, claro, hasta a hora sólo vendía castillos a España y Francia pero que ahora han entrado los USA. A partir de ahora no sólo se van a montar castillos de línea tradicional, sino que en los USA el concepto de castillo no es como el europeo que es el de un castillo medieval al uso, sino que, en Estados Unidos,  es más bien un concepto tipo palacio. Paredes blancas, cúpulas cónicas moradas y elementos dorados por todas partes. Además, en los USA no está bien visto que las puertas de los castillos se abran siempre en el mismo sentido, está el puente levadizo, la puerta para diestros y diestras con las bisagras a la derecha y la puerta para zurdos y zurdas con las bisagras a la izquierda. Por si fuera poco, los castillos europeos y americanos comparten algunas piezas de estructura.

Claro, para asumir de forma rentable todo eso y no fallarle a los clientes esos robots nuevos que van a traer, deben ser multifunción, es decir, que lo mismo te montan una puerta que un bloque que una ventanita del castillo y además ya no ponen una pieza por minuto sino una pieza por segundo. Ya no nos da tiempo a cambiar la cesta del robot, no solo coloca y coge una pieza por segundo, sino que además un solo robot manejará él solo, más de 30 piezas diferentes. Además, debemos trabajar en FIFO rabioso, es decir, nada de llenar cestas con piezas a granel, no, se debe trabajar por unidad. Las unidades más antiguas se sirven antes, cada pieza va numerada y el orden debe ser estricto, a los robots no les llegan cestas, les llegan unidades y cada fallo en ese orden nos penaliza. ¡Ah sí! Y nada de equivocarse  o desabastecer a los robots, el dueño de los Castillos ha calculado que cada vez que se para le cuesta la friolera de 6000€ por minuto. Cantidad que por supuesto repercutirá (a tanto el minuto) en el proveedor de piezas que sea el responsable de parar esa cinta transportadora, bien por equivocarse en la pieza suministrada al robot, lo que impide el montaje y por tanto la cinta se detiene, bien por no suministrarla a tiempo, lo que deja al robot afectado en espera y la cinta parada. Y eso será así desde que la cinta pare, hasta que el responsable subsane el problema y consiga que la cinta vuelva a arrancar.

Cuando ya creíamos que todo lo malo estaba dicho, en cuanto nos llega el primer cargamento de piezas de los nuevos castillos ¡OH NO! Multitud de piezas son IDÉNTICAS a simple vista, es casi imposible distinguirlas al menos al ritmo necesario para abastecer a la cadena de montaje. ¿Qué voy a hacer? Le pregunta usted al dueño de los Castillos. “Ni idea” te responde “ya te apañarás ya.” “¡Ah por cierto! La cinta ya no se llama cinta, a partir de ahora todos nos referiremos a ella como LA LÍNEA”

Sólo, en el despacho, leyendo toda esa información que le ha llegado por correo electrónico (de la que ya había oído rumores) usted ve cómo la vida, ha cambiado. Es el lobo feroz que vive siempre al lado el que le acaba de morder con su mandíbula emponzoñada.

Los caramelos se derriten, el río de chocolate se va secando y el sol no sonríe ya sino que se carcajea de nosotros con una mueca de maldad en su rostro enrojecido. De repente, nos han mandado a vivir descalzos al país de los suelos de cristales rotos e incandescentes. ¿Quién nos salvará? Tranquilos, este es un cuento con final feliz, lo veremos en el siguiente post.

 

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